En el dorado palacio del rey Minos de Creta habita Ariadna, su hija. Esta princesa de la mitología griega es la inspiración de Jennifer Saint en su novela homónima, donde explora el mito del Minotauro y del héroe Teseo a través de los ojos de quien es su pieza clave. Ariadna se suma a la inspiradora tendencia de retomar la voz de las mujeres en los mitos griegos que son en buena medida androcéntricos.

Hermana del Minotauro
Seguro has escuchado antes sobre el Minotauro, un monstruo de la mitología griega con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Su nacimiento fue un castigo del dios Poseidón al rey Minos, quien incumplió su promesa de sacrificar a un hermoso toro blanco en nombre del dios, por lo que inspiró en Pasífae, su esposa, un incontenible deseo por el toro como represalia.
Con la ayuda de Dédalo, Pasífae pidió que se le construyera una vaca de madera recubierta con piel, con la intención de esconderse dentro de ella para lograr seducir al toro, creyendo que era una vaca de verdad. De esa relación nació el Minotauro, quien se alimentaba de carne humana y se convertía paulatinamente en un monstruo cada vez más grande y salvaje.
Cuando el Minotauro se volvió incontrolable, Minos ordenó a Dédalo que construyera un complicado laberinto debajo del palacio de Creta, en cuyo centro esconderían al monstruo. Para alimentarlo, y como represalia por el asesinato de su hijo Androgeo, Minos declaró la guerra a Atenas, imponiendo como condición de su victoria un tributo anual donde los atenienses debían enviar a catorce jóvenes —siete hombres y siete mujeres— con la intención de que estos vagaran dentro del complicado laberinto hasta toparse con el Minotauro y convertirse en su alimento.
Un laberinto que albergaba lo que era, al mismo tiempo, la mayor humillación y la mayor ventaja de Minos.
Ariadna, de Jennifer Saint.
Hija del rey Minos de Creta y su esposa Pasífae, Ariadna es entonces la —media— hermana del Minotauro, y su historia está estrechamente relacionada con el mito del laberinto. Desde su posición como princesa, presenció cómo el miedo a su hermano acrecentó el poder de Minos, quien gobernaba con base en el temor que el monstruo generaba a sus súbditos en Creta y a los atenienses; hasta que un héroe se atrevió a desafiarlo.
Teseo, héroe de Atenas
En el libro de Jennifer Saint, Ariadna describe a Teseo como «alto, de hombros anchos, la fuerza resultaba evidente por su postura cómoda y los músculos que me recordaban a las estatuas de mármol más refinadas del palacio». Voluntariamente, Teseo se había presentado como tributo junto a los otros trece jóvenes, seguro de que con su fuerza podría enfrentar al Minotauro en el laberinto y liberar a Atenas del tributo.
Ariadna se enamoró de Teseo y le propuso ayudarle a derrotar al monstruo y salir del laberinto a cambio de que se la llevara de vuelta a Atenas y la convirtiera en su esposa. Cuando Teseo aceptó, ella le dio una bola de hilo rojo que debía amarrar a la puerta, donde lo esperaría una espada para que enfrentara al minotauro y pudiera seguir el rastro de vuelta.
Una vez derrotado el Minotauro, Ariadna y Teseo escaparon de Creta con dirección a Atenas, pero en el camino el príncipe decide abandonarla, volviéndose este el tema principal de la novela de Jennifer Saint.