Para empezar, la pintura es una de catorce que goya creó en las paredes de Quinta del sordo, su casa en manzanares (cerca de Madrid) y, aunque no tituló esta ni ninguna de las otras pinturas, es evidente que en ella representa el mito de Saturno. Saturno es el dios del tiempo y la agricultura en la mitología romana (cronos en la griega), y es hijo de Terra (diosa de la tierra) y Caelus (dios del cielo). Por indicaciones de su mamá, asesinó y castró a Caelus, destronándolo. Gracias a eso, gobernó junto a su hermana y esposa Ops, pero una profecía le advirtió que uno de sus hijos lo derrocaría tal como él hizo con su padre.

En la pintura de Goya, Saturno devora a una de sus crías, porque había decidido comerse a cada uno de sus hijos en cuanto nacieran para evitar que la profecía se cumpliera. Aunque el mito se refiere a ‘devorar’ como el acto de aspirar, Goya decidió representar a Saturno masticando a su hijo, haciendo la representación más sangrienta y horrorosa.
Esta y las otras catorce pinturas que titularon Pinturas negras fueron creadas en uno de los varios momentos de convulsión social que Goya vivió en España.
Al final del mito de Saturno, Jupiter (uno de sus hijos) es ocultado por Ops en una isla, y tal como se predijo, luego destronó a su padre.
A veces también se interpreta Saturno devorando a su hijo como un Estado que devora a sus propios súbditos y Goya, como Júpiter, logró evitar ser devorado por el convulso Saturno, huyendo del estado absolutista que reinstauró Fernando VII,
Goya murió exiliado en 1828, pero sus obras aún viven en el museo del prado.