En 2021, en Illinois, padres de familia protestaron frente a una junta escolar contra Gender Queer, una biografía de la novelista gráfica Maia Kobabe sobre su autodescubrimiento como persona no binaria. La biblioteca de la preparatoria de la ciudad había comprado dos copias, a las que los protestantes calificaron como «pornográficas», a pesar de no mostrar escenas sexuales. Desde entonces, más y más libros y novelas se han vuelto blanco de la oleada de censura contra la literatura LGBTQ+, de la que no solo Maia ha sido víctima.

También son objeto de persecución Lawn Boy, de Jonathan Evison, una novela sobre un niño que emprende un negocio podando el pasto de sus vecinos con la podadora de su abuelo, y en el camino tiene un autodescubrimiento; y El cuento de la criada (The Handmaid’s Tale), de Margaret Atwood, por su temática antipatriarcal y antifascista.
Miembros del Partido Republicano son los principales promotores de la censura de literatura LGBTQ+ en bibliotecas y currículos de escuelas primarias en Estados Unidos. En octubre de 2021, Matt Krause, Miembro de la Cámara de Representantes de Texas, planteó una lista de más de 850 libros que no recomendaba en las escuelas. Entre ellos están bestsellers de literatura juvenil como Aristotlte and Dante discover the secrets of the universe (tanto en inglés como en español), They both die at the end, Felix ever after, La luna dentro de mí, You know me well, Me and Earl and the Dying Girl, y la versión ilustrada de The Handmaid’s Tale.
La censura es aún peor para autores de color, que ya experimentaban otro tipo de discriminación. All boys aren’t blue, de George M. Johnson, por ejemplo, es una novela autobiográfica donde el autor explora su crecimiento como una persona de color y queer, hasta llegar a ser el periodista y activista LGBTQ+ que es hoy; pero se ha sumado a la lista de libros extraídos.
En septiembre de 2022, un padre de familia acusó a Gender Queer de ser un «código liberal para enseñar a los niños cómo realizar sexo oral, sexo anal y usar strap-on y dildos». A pesar de no incluir escenas sexuales, a la mayoría de los libros, los derechistas los han calificado como pornográficos y pedófilos, y a los bibliotecarios que los ordenan los han acusado de groomers, que en español se refiere a adultos que buscan relacionarse con niños con base en engaños.
Su obsesión con sacar estos libros de las bibliotecas los llevó incluso a detener el financiamiento de la única biblioteca de Jamestown (Michigan) en agosto del año pasado, tras quejas por libros de temática LGBTQ+ a los que acusaban de «pornográficos».
En su percepción, es pornografía el hecho de que autores LGBTQ+ cuenten historias de autodescubrimiento, amor, o cualquier estilo de vida que salga de la cisheteronormatividad; por lo que plantean la censura como una especie de terapia de conversión, con la esperanza de que los niños no desarrollen una orientación sexual o género al no exponerse a la vida de personas LGBTQ+.
Gender Queer ha sido retirada de bibliotecas escolares en Virginia, Nueva Jersey, Florida, Carolina del Norte, Carolina del Sur, y Texas; y se convirtió en el libro más censurado de 2022.